«Sin embargo, el más valeroso de nosotros tiene miedo de sí mismo; la amputación del salvaje tiene su funesta supervivencia en la propia negación que degenera nuestras existencias. Así, nos encontramos castigados por nuestras negaciones, cada acción o impulso que tratamos de eliminar germina en nuestro cerebro y nos llena de veneno. Primero, peca el cuerpo, disfruta y se satisface con su pecado, porque la acción es una manera de purificación. Sólo nos queda el recuerdo de un placer o lo apasionado de una pena. Considero, que la única forma de desprenderse de una tentación es caer en ella, porque si la resistimos, nuestras almas enfermarán, anhelando todo lo que se ha prohibido y sentirán deseo por lo que unas leyes inhumanas hicieron monstruoso e ilegal…»

El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde

Mayo ha sido tan largo como noviembre. Pero con más Sol.